Parroquia Perpetuo Socorro
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Jornada Vocacional 2021
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AÑO DE SAN JOSÉ
CARTA APOSTÓLICA PATRIS CORDE DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON MOTIVO DEL 150.° ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN DE SAN JOSÉ COMO PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL
Reflexión Evangelio del Domingo
Domingo decimotercero del tiempo ordinario

La Colaboración entre los Redentoristas y los Laicos 

          Desde el siglo XVIII, cuando el P. Alfonso de Liguori recorría las calles de Nápoles, los misioneros redentoristas y los agentes pastorales laicos han venido orando y trabajando juntos en la misión. Pero es en nuestro días cuando se está consiguiendo algo nuevo.

          En todo el mundo, los laicos y los Redentoristas están aunando fuerzas para conseguir nuevas formas de predicar la Buena Nueva y ayudar a los pobres. 

·        En Colombia, Redentoristas y catequistas laicos viven en simples  barracones entre las gentes más pobres para comprender realmente sus afanes en la lucha diaria y ayudar a las necesidades de las familias.
·        En Irlanda, intrépidos jóvenes laicos y audaces Redentoristas ancianos se asocian para predicar misiones en Belfast, llevando esperanza a los barrios devastados por la violencia.
·        En Filipinas, laicos y misioneros redentoristas itinerantes dejan su casa y sus amigos, a veces durante meses, para formar comunidades cristianas en pueblos aislados.
·        En Canadá, adultos casados y solteros han formado equipos misioneros conjuntamente con los Redentoristas para llegar hasta los católicos abandonados que se encuentran en zonas apartadas del país.
·        En Estados Unidos, Redentoristas y jóvenes adultos voluntarios salen juntos al encuentro de cientos de personas hambrientas o sin techo en la ciudad de Filadelfia, en las islas del Caribe, en Appalachia.
·        En Italia, los Redentoristas y los jóvenes crean equipos pastorales para ayudar a otros jóvenes que sufren de abandono, de malos tratos o que viven de mala manera.
·        En África, los Redentoristas y los catequistas laicos organizan reuniones nocturnas para responder a preguntas de personas que buscan esperanza y luz en sus vidas.

       
        Estos son sólo algunos ejemplos de la nueva colaboración dinámica en el compartir nuestra misión de evangelizar. Con las palabras de un Redentorista brasileño: "Esta es la simiente de un nuevo modelo de Iglesia, simiente que fue sembrada por el fundador de la Congregación Redentorista".


El legado de San Alfonso

          Alfonso de Liguori fue comprensivo, práctico y creativo en la pastoral. Quería aventurarse y probar nuevas formas de llegar hasta las gentes marginadas de la sociedad.

          Su prioridad más inmediata fue la de llevar la Buena Nueva a los que se encontraban rechazados y olvidados por la Iglesia institucional, a las personas sin esperanza y sin nadie que las ayudara. Al igual que Jesús, que no se sentó en las sinagogas a esperar que la gente fuera a él, del mismo modo, tampoco Alfonso se limitó a los lugares y a las formas tradicionales del ministerio. Dejó atrás comodidades y seguridades a fin de "buscar y salvar lo que estaba perdido" (Lc 19,10).

          Ejemplo concreto de la creatividad y comprensión de Alfonso es su relación con los laicos. El fundador de los Redentoristas se anticipó a su tiempo en este terreno:

 

Las Capillas del Atardecer

Alfonso se rodeó de colaboradores laicos para evangelizar en los ambientes más pobres de la periferia de Nápoles. Creó a este fin un movimiento de formación de comunidades cristianas a las que denominó "Capillas del atardecer". Con la ayuda de un laico consagrado de nombre Pedro, formó a laicos, trabajadores comunes, para que fueran catequistas, predicadores y dirigentes de comunidades.

Las Capillas del atardecer tuvieron un éxito extraordinario e influyeron en millares de personas. Se las llamaba también "Centros de conversión" y “viveros de santos". Y lo más importante: continuaron floreciendo por mucho tiempo después de que Alfonso dejara de acompañarlas, porque eran los laicos del lugar, y no Alfonso y sus compañeros sacerdotes, los responsables de las mismas.

Los laicos fueron la "espina dorsal" de esta gran obra. Alfonso se consideraba un simple colaborador de los líderes laicos, que tenían autoridad y verdadera credibilidad entre los miembros de las comunidades por el hecho de vivir las mismas vicisitudes de la ciudad.

 
Escuela de formación para mujeres

Alfonso reconoció el potencial de liderazgo de las mujeres en una época en que las mujeres laicas tenían un puesto muy limitado y poco poder en la Iglesia institucional. Abrió una escuela de formación para mujeres y eligió a una mujer para dirigirla.

Desgraciadamente, la escuela no fue adelante debido a que las mujeres, al ser pobres, tenían que trabajar todo el día y cuidar por la noche de los hijos. Pero las mujeres adquirieron confianza en sí mismas y un sentido de su misión personal gracias a la dedicación de Alfonso y a sus esfuerzos.

 
Meditación diaria en común

Alfonso insistía en que los miembros de las comunidades redentoristas rezaran con regularidad juntamente con los laicos. Dos veces al día, los Redentoristas debían reunirse en la iglesia para hacer su meditación juntamente con el pueblo. Esta praxis no era común entre los religiosos y laicos del siglo XVIII; fue una idea audaz que renovó la forma de orar de los cristianos en las comunidades locales.

 


Nuestra herencia y nuestra esperanza

          En la actualidad, los Redentoristas están felizmente recuperando esta praxis de una creativa colaboración con los laicos.

          En 1991, el Capítulo General Redentorista dedicó una sección entera de su Documento Final a la "Colaboración con los laicos en orden a compartir con ellos la misión" e introdujo la nueva figura del "Misionero Laico del Santísimo Redentor como colaborar y partícipe de la vida apostólica de la Congregación Redentorista". Este mismo documento pide que las comunidades redentoristas “se abran a los laicos de modo que estos puedan tener una mayor participación en nuestras experiencias de vida, de trabajo y de espiritualidad” (Capítulo General, Documento Final, No. 60)

       Los líderes laicos participan en las Comisiones Internacionales y Regionales que estudian y promueven un efectivo apostolado redentorista laico. Estamos elaborando conjuntamente programas de formación y de preparación. Juntos estamos encontrando nuevas formas de compartir nuestra espiritualidad a través de regulares tiempos de oración y de convivencia en comunidad.

        Un equipo pluricultural formado por hombres y mujeres de todas las edades y condiciones está sumando fuerzas a la misión redentorista. Esta diversidad es una gran fuerza que da testimonio de la vitalidad del carisma redentorista hoy.

Una laica de Dominica se expresa así refiriéndose a su espíritu de esperanza en nuestro ministerio de colaboración:

“Cuando los Redentoristas llegaron a nuestra isla, nos despertamos como si fuésemos un volcán adormecido. Me ayudaron a ser líder de mí misma y de mi pueblo. Adoro el formar parte de esta familia, una familia abierta a los cambios, una familia que camina. Doy gracias a Dios por San Alfonso. Pienso que debe de estar satisfecho viendo cómo su obra sigue adelante".

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"Todos somos llamados a anunciar la Buena Nueva a los pobres más abandonados de acuerdo con la inspiración de San Alfonso de Liguori. La colaboración entre Redentoristas y laicos no es una búsqueda de "auxiliares" para remediar la disminución del número de congregados, ni tampoco una reivindicación de derechos por parte del laicado preterido durante tanto tiempo. El ministerio laical está enraizado en una renovada valoración de la vocación cristiana comunicada en el bautismo y, como tal, no se trata de algo excepcional, sino, más bien, de algo normal, al menos en la mayoría de los 77 países donde trabaja nuestra Congregación. Más aún, creo que el tema no es sólo de cómo el laicado puede rehabilitarse para trabajar en la pastoral del tercer milenio del Cristianismo; se trata también del significado que puede tener la vida consagrada en una Iglesia en la que el laicado desempeña un papel cada vez más importante. El Concilio Vaticano II no solo subraya el valor de la vocación laical, sino que también habla de la vida consagrada como un modo de vida que es esencial a la Iglesia. El diálogo entre los Redentoristas y los laicos debe ayudar a los congregados a entender mejor su propia vocación".
P. Joseph W. Tobin, C.Ss.R.
Ex Superior General de la Congregación