Parroquia Perpetuo Socorro
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Jornada Vocacional 2021
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AÑO DE SAN JOSÉ
CARTA APOSTÓLICA PATRIS CORDE DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON MOTIVO DEL 150.° ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN DE SAN JOSÉ COMO PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL
Reflexión Evangelio del Domingo
Domingo decimotercero del tiempo ordinario

 

¿Por qué tanto miedo? Jesús es más fuerte que toda tormenta.

 

Domingo 20 de junio

Domingo duodécimo del tiempo ordinario

Ciclo B:  San Marcos 4, 35-41

 

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 35-41

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: Crucemos a la otra orilla. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?

Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe? Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:

¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?.

 

REFLEXIÓN

 

Hoy la Palabra de Dios nos invita a vivir de la fe. Al calmar la tempestad y el viento, Jesús nos manifiesta que Él es Dios, nos muestra cómo su poder es más fuerte que una tormenta amenazadora.

 

La barca en la que van Jesús y sus discípulos se ve atrapada por una de aquellas tormentas imprevistas y furiosas que se levantan en el lago de Galilea al atardecer de algunos días de verano. El Evangelista San Marcos describe el episodio para despertar la fe de las comunidades cristianas que viven momentos difíciles.

 

Nuestra Iglesia hoy en día parece naufragar en la tempestad del mundo y en los problemas que se le presentan; pero cada vez que los hombres y mujeres dudamos se alza una voz que parece despertar de un largo sueño: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?” Y el mar vuelve a la calma; la barca de Pedro sigue su rumbo a través de los años y de los siglos.

 

Además, quiero compartir con ustedes dos puntos, que creo es algo muy importante para nuestra vida:

 

En primer lugar, podríamos decir que este episodio nos llama nuevamente a poner nuestra confianza en el Señor, pues, aunque en nuestra vida, pasemos por situaciones difíciles o turbulentas, debemos saber que, en medio de ellas, el Señor está presente, contra lo cual esas amenazas decaen.

 

Y en segundo lugar, se nos invita a que como Iglesia seamos contemplativos para responder satisfactoriamente a la pregunta “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” Ante el Señor, es más acertado admirar y adorar, que explicar.

 

También vemos cómo Jesús no se justifica. Se pone de pie y pronuncia una especie de exorcismo: el viento cesa y se hace una gran calma. Jesús aprovecha esa gran paz y silencio para hacerles dos preguntas que hoy llegan hasta nosotros: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”.

 

¿Qué nos está sucediendo a cada uno de nosotros como cristianos? ¿Por qué son tantos nuestros miedos para afrontar estos tiempos, y, quizás es tan poca nuestra confianza en Jesús? ¿No es el miedo a hundirnos?

 

¿No es la búsqueda ciega de seguridad la que nos impide hacer una lectura lúcida, responsable y confiada en estos tiempos de esta Pandemia? ¿Por qué nos resistimos a ver que Dios está conduciendo a la Iglesia hacia un futuro más fiel a Jesús y su Evangelio?

¿Por qué buscamos seguridad en lo conocido y establecido en el pasado (una comunidad de conformidad), y no escuchamos la llamada de Jesús a “pasar a la otra orilla” para sembrar humildemente su Buena Noticia en un mundo indiferente a Dios, pero tan necesitado de esperanza para toda la humanidad?

 

Como podemos ver, también en el mar de nuestra vida brilla una estrella e ilumina en el cielo de nuestra alma la estrella de María para que no perdamos el rumbo de nuestra vida. Que María nuestra Madre del Perpetuo Socorro nos ilumine a cada uno de nosotros y a nuestras familias con esa estrella en la frente que ilumina a las naciones. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

 

Hermano Héctor Opazo Valenzuela, misionero redentoristas, Futaleufú.