"Tomen, esto es mi Cuerpo... Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos."
Domingo 06 de junio
Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Ciclo B: San Marcos 14, 12-16. 22-25
Hoy celebramos la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Es también conocida como la solemnidad de Corpus Christi. Es la celebración donde reconocemos la presencia real de Jesús en la eucaristía. En la eucaristía Jesús está presente en su cuerpo y sangre. Es fundamental considerar que a través de este preciado sacramento descubrimos el amor de Dios y, por lo tanto, experimentamos siempre en nosotros los frutos de su redención.
La clave para comprender esta experiencia de fe está dada por el evangelio de hoy. Este evangelio nos habla de entrega, donación, generosidad de parte de Jesús hacia nosotros. La última cena es el espacio en que se enmarca el texto del evangelio. Jesús entrega su vida para dar vida a todos/as. La fidelidad de Jesús está dada en que se queda en medio nuestro y para siempre mediante la eucaristía.
Jesús manda a que sus discípulos preparen la cena de Pascua. Es un texto que nos muestra a Jesús siendo dueño de su conducta, optando siempre por lo que lo lleva a hacer la voluntad del Padre: el decide lo que hay que hacer, dónde y con quién reunirse, porque así lo quiere el Padre. Al momento de que Jesús con sus discípulos celebran la pascua, podemos decir también que Él mismo adelanta su propia muerte y resurrección. Es un “sacrificio de la nueva alianza”. Es la manera que Jesús reconcilia a la humanidad con el Padre y a todos los seres humanos entre sí. Esta pascua, la eucaristía, es la manifestación de una plena comunión con Dios.
Hoy, más que nunca, estamos llamados/as a reconocer que la eucaristía es el alimento fundamental de los discípulos/as. Nuestra fe en la presencia real del Cuerpo y Sangre de Jesús en su altar hace posible que cada vez que lo comemos y bebemos, la humanidad sea una mejor familia en Dios y para Dios; teniendo la esperanza de que al final de los tiempos nos sentaremos de manera definitiva en la mesa del Reino junto a Él.
Por último, si Jesús nos muestra en la Eucaristía que Él se “dona” y se “comparte” hacia los demás para dar vida, podríamos preguntarnos, por tanto, si es que nosotros/as, al participar de la eucaristía en la vida, decimos “tomen y coman este es mi cuerpo” como un sentido de ponernos a disposición para el servicio a los demás. ¿Es mi vida realmente un “compartir”? ¿Somos capaces de generar espacios comunitarios donde los más pobres y heridos del mundo sean parte de esta mesa eucarística?
P. Carlos Pérez Triviño, misionero redentorista, Futaleufú